martes, 30 de junio de 2009
FUTBOLMANIACO #5: Estados Unidos o la negación del fútbol
Sin embargo, no por ardido, ni por envidia (que debería tenerla), ni por pensamientos izquierdistas (yo SÍ tomo aguas negras del capitalismo yanqui), mucho menos porque me caigan gordos (que me caen, pero eso es aparte). Simplemente no me gusta como juegan: encerrarse atrás, plantar a seis jugadores en el área chica, dominar el contragolpe, morder en cada esquina del campo para compensar falta de técnica individual, la incesante obsesión por el juego físico y mecánico. Un conjunto frío, que propone destruir en vez de construir.
Es cierto lo que muchos decían: el mundo experimentó lo que sufre México cada que viaja a los Estados Unidos. Nosotros sabemos cómo juegan, conocemos que sólo uno o dos tienen técnica individual y que te joderán los 90 minutos, esperando el error, deseando la desesperación y los desatinos contrarios (que en cada minuto aumentan) para matar. Odié que en la transmisión de la final, un comentarista de televisa llamado Paco Villa dijera que ese tipo de juego le parecía “espectacular” y que la actuación gringa impondría el “respeto de nuestra zona”. Quizá el respeto se lo haya ganado Estados Unidos y el reconocimiento del área será cuando más de dos equipos de CONCACAF pasen de la primera ronda de un mundial. Mientras tanto sólo la disciplina de Estados Unidos los salva a ellos mismos.
Efectivo lo es, hasta comprensible por las características de los jugadores pero… ¿De veras les gusta un fútbol así? ¿Qué el fútbol no es un juego donde el objetivo más grande es anotar en la portería contraria? ¿De veras puede disfrutar un aficionado americano que tu equipo no tenga el balón? ¿No les dará envidia lo que puede hacer Cristiano Ronaldo, Messi, Kaká, Ribery o Drogba con el esférico? Si el objetivo primordial es anotar para ganar, el juego de Estados Unidos es un catenaccio con esteroides, la negación misma del fútbol.
Italia, el equipo que inventó la estrategia “de candado”, podríamos colgarle medallas similares a los estadounidenses, pero con la azzurri hay una diferencia abismal. Tiene un gran número de jugadores con técnica individual, la llegada de sus laterales, pueden permitirse la finta, el encare, el toque fino más que el desempeño físico. Cualidades que sólo Landon Donovan tiene. Onyegu, Altidore (aún siendo delantero centro), Bradley y ocho más defienden, sólo Dempsey, Davies y el ex jugador del Galaxy arman un contragolpe. Lo siento, no le hallo gracia.
No sé ustedes, pero a mí me cagó durante diez años el juego de Manuel Lapuente/Raúl Arias en Necaxa, nombrado por televisa “el equipo de los noventa”. Cuchillo Herrera, Becerril, Vilches, Higareda y algunos otros que durante años se dedicaron a destruir para que “ratón” Zárate, Sergio Vázquez, Pedro Pineda, Ricardo Peláez, Luis Hernández y otros definieran después de ceder el control del juego al equipo contrario. Todavía recuerdo ese partido ante Atlético Celaya donde “los rayos” ganaron un campeonato sin meter un solo gol en el estadio azteca. O esa que todavía le duele a los de Chivas, donde en el mismísimo Jalisco, ante la mejor etapa de Ferretti, perdieran de último minuto.
Insisto, es efectivo, pero no es espectacular; meritorio, sin embargo frustrante. Si todos los equipos jugaran así, creo que no me gustaría el fútbol, no sólo a mí, también a muchos. No creo que los grandes jugadores cuesten tanto por su disposición al sacrificio táctico, sino al nivel técnico. El fútbol es espectáculo, está diseñado para que la gente lo vea, para que pasen cosas, para que la gente grite el gol que sucede en el campo de juego, para ver más que la demostración física (para eso hay otros deportes), para presenciar a gente fuera de lo común, haciendo cosas extraordinarias. El fútbol no es sólo defensa, no puede basarse sólo en eso, en la negación de las emociones esenciales del deporte más hermoso del mundo.
Fue lindo encontrar dos ideas futbolísticas tan contradictorias en la final de la Copa Confederaciones y medirlas. Estados Unidos, fiel al estilo que le conocemos (y que el mundo no conocía) ocupando todos los espacios y siendo letal en los dos latigazos que tuvo. Brasil, la magia hecha balompié, desesperada antes las dificultades para jugar, viéndose en algunos momentos sin opciones. Vimos cómo la determinación carioca pudo vencer a la gran defensiva gringa, no sólo bastaba el talento para superar la rigidez y la disciplina del contrario por incomodarte, hacía falta respeto por el rival y la voluntad inquebrantable para superar la adversidad.
Estados Unidos está cómodo, no dudo que, a pesar de la derrota haya satisfacción entre los dirigentes y en aquella afición que no sólo siga a las mujeres (ellas sí juegan bonito). Es una bocanada al ánimo y no dudo que en el Mundial mínimo lleguen a cuartos de final. Aún así, su juego no me gusta. Ser el mejor no sólo significa ganar el partido, sino superar en cada aspecto del cotejo al rival. Bajo esa premisa cada vez derrotan al mundo en Beisbol, Basquetbol y en disciplinas olímpicas, no hay nadie mejor en fuerza, resistencia, técnica y habilidades natas. Pero el fútbol (el verdadero semánticamente, que se juega con los pies y no con las manos) que mama de los resultados positivos, es un campo que todavía no logran dominar por completo. Quizá deban suavizar un poco lo mecánico y darse la oportunidad de disfrutar lo que todos amamos del juego.
lunes, 29 de junio de 2009
¿Le sorprende el nivel de la selección de fútbol de Estados Unidos de América?
Estas últimas semanas, los mexicanos hemos sido testigos de una Copa Confederaciones sorpresiva, en principio porque el lugar de la CONCACAF lo ocupó el rival eterno de los nuestros, Estados Unidos, pero principalmente por que estos últimos, contra todos los pronósticos se plantaron en la final e incluso acariciaron la gloria por algunos segundos. Después la lógica se impuso.
Ahora México tuvo que vivir la copa sólo por televisión y mientras unos profesan su odio expreso contra los del norte, otros preferimos analizar el por qué los “gringos” han llegado hasta dónde han llegado. Dos simples palabras que si se entrelazan y se ocupan sabiamente pueden hacer maravillas:
- Trabajo: En la década de los noventas, México dominaba a placer el área, le metía cualquier cantidad de goles a las selecciones dentro de su confederación y pasaba de manera cómoda a los mundiales, mientras E.U.A. tenía un boceto de liga en un país dónde además el fútbol o “soccer”, como ellos lo llaman, no captaba el más mínimo interés de la población. Aún así se planeó una liga que ahora ha sabido crecer y tener algunas estrellas de todo el mundo como Cuauhtémoc Blanco, Guillermo Barros Schelotto y el mismísimo David Beckham. Otro punto importante a destacar, además de la organización y la paciencia es que en un principio la selección tenía muchos naturalizados (aún los hay actualmente aunque en menos cantidad) lo que al parecer permitieron enriquecer su futbol y crear escuela.
- Dinero: Sí, al ser un país que se “olvida” de asuntos como la pobreza, seguridad, educación, etc. Es claro que pueden destinar el presupuesto en programas de desarrollo social enfocándose en el deporte, no es nuevo ver a Estados Unidos en los primeros planos mundiales de casi todos los deportes. En el futbol era cuestión de tiempo.
Además de copiar sus modas, hábitos de consumo y demás, habrá que pensar en copiarles hacer las cosas con planeación y disciplina. O tú... ¿cómo ves?
martes, 23 de junio de 2009
¡Hácesela!
Ayer antes de de mi partido de los lunes por la noche, observaba con Mako el partido que va antes cuando alguno de los 14 en cancha gritó el clásico "habilítame" y pensé ¿cuántas frases se dicen en la cancha en el momento del juego?
Aquí una lista de las que me acuerdo:
1. ¡Habilítame!
2. ¡Juega fácil!
3. ¡Ole Gol!
4. ¡Sólo!
5. ¡Ráspala!
6. ¡Hácesela!
7. ¡Pícala!
8. ¡Ya me viste!
9. ¡Toca!
10. ¡Fíltrala!
¿Se acuérdan de más?
miércoles, 10 de junio de 2009
FUTBOLMANIACO #4: Crisis de la selección mexicana
Todavía recuerdo aquella derrota en el mundial del 2006 contra Argentina. Hugo Sánchez se frotaba las manos mientras veía la caída del fútbol mexicano, esperando ser “el mesías” que vendría para hacer campeón del mundo a México. Lavolpe, harto por los ataques que sufrió durante su gestión por parte del pentapichichi, la prensa y las dos televisoras más importantes del país, se retiraba. Tan avergonzado estaba que no quiso volver a México.
Los dueños, que siempre han estado al pendiente de las ganancias que puede dejarles su negocio, decidían aumentar el número de extranjeros a cinco y permitir un naturalizado (los cuáles aún hoy salen de las piedras). Decidieron que estaban trabajando bien con fuerzas básicas porque México había ganado el mundial Sub-17 y vieron cómo algunos de esos “niños héroes” ya jugaban en primera antes de cumplir los 20. Además teníamos más jugadores que nunca en el extranjero. Lo único que creyeron necesitar era un técnico que supiera aprovechar un futuro que parecía prometedor.
Hugo llegó, se hizo cargo del equipo, no sé si fueron los jugadores o su liderazgo en el banquillo, pero el equipo era inconsistente, siempre careciendo de tiempo para trabajar, con los equipos nacionales poniendo peros para soltar a sus jugadores, los que juegan en el extranjero llegando de última hora (cosa que sufren todas las selecciones), usando jugadores extranjeros (lo primero que dijo que no haría). De manera milagrosa se llegó a la final de la Copa Oro y en el mejor partido perdió contra Estados Unidos. Sin duda el mejor momento de Sánchez Márquez en la selección fue la Copa América, donde se le ganó a Brasil y se perdió en Semifinales contra un Argentina más poderoso que el 2006.
México nunca encontré ese fútbol prometido por Hugo Sánchez, por lo que se dudaba de su capacidad para dirigir al Tri. Todas las dudas se despejaron cuando dirigió a la selección Sub-20. Tenía la oportunidad de dirigir a aquellos muchachos campeones del mundo (sin Dos Santos ni Vela), más algunos canteranos que ya habían debutado. El resultado fue contra todo pronóstico. No se calificó ni a la fase final de ese pre-mundial. Hugo terminó culpando a los jugadores y todos (medios, directivos, afición) terminaron culpándolo a él.
Vergara, el más influyente en la Comisión de Selecciones Nacionales, fue el que corrió a Hugo Sánchez y trajo a Sven Göran Eriksson, alguna vez técnico de la selección de Inglaterra y que no sabía nada del fútbol mexicano. Parecía ideal porque estaba ajeno de cualquier influencia y vicio del medio nacional. No tenia idea del idioma español pero se había comprometido a calificar a México a Sudáfrica 2010.
En casa México es casi invencible, pero hemos vuelto a ser un equipo ratonero. En lugar de encontrar mejoras en el equipo del entrenador sueco, la selección mexicana se veía sin orden, sin idea futbolística y muy vulnerable en cada sector del campo. Se comenzó a usar más jugadores naturalizados (Leandro y Vuoso) que no marcaban diferencia alguna. De hecho fue la diferencia de goles lo que permitió a México pasar al hexagonal final. Del lado de la prensa la presión era mucha, porque se seguí sin mostrar un juego convincente, es más, parecía que el nivel decrecía, sobre todo fuera del país. Le bastaron sólo partidos y una goleada en San Pedro Sula para que la presión fuese insostenible. Sven renunció y parecía inminente la llegada de Javier Aguirre, una opción que se manejaba aún en épocas de Hugo.
Javier, que venía de buen trabajo con Atlético de Madrid, parecía ser otra vez un “mesías” (ganador, con actitud y con capacidad probada) que regresaría a Cuauhtémoc a la selección y que por fin podría darle una regularidad a un equipo que no la tiene. La realdad fue muy distinta. Derrota en El Salvador y un juego pobre e insípido. Aguirre no es un mago, no iba a cambiar las cosas en unos cuantos días y Blanco hace lo acostumbrado, pero es uno entre diez más que no juegan.
Han pasado tres técnicos por este equipo y sigue jugando mal… o peor ¿Cuál, entonces, es el verdadero problema? No creo que haya duda, son los mejores jugadores que tenemos, no hay más ¿Por qué no juegan como en sus equipos? Puede ser la presión que significa portan la casaca verde, que no quieran ser convocados, que no tengan tiempo de adoptar un estilo futbolístico, que les falten huevos. Los directivos también siguen siendo los mismos, tal vez hayan corrido a Cantú y puesto a Néstor de la Torre, pero la cabeza sigue siendo la misma (Vergara, Compeán, De María) y dos puppetmasters con control remoto desde el sur de la Ciudad de México.
Hoy jugó México en casa contra Trinidad y Tobago, era lógico que el equipo ganara pero aún no se ven signos de mejora en un equipo que parece que no reacciona ante nada. A cien días de la competencia mundialista, cada vez se complican las oportunidades para tener la calificación, ya no hay margen de error, viene la Copa de Oro y dos visitas más (el talón de Aquiles del Tri) a Costa Rica y cerrar en las antillas contra los trinitarios.
Creo que habrá ahora, sin esperar a ir o no al mundial, cuestionarse algunas cosas que damos por sentado: ¿Realmente la infraestructura del fútbol mexicano es un peso específico que hace gigante al fútbol mexicano? ¿Se está trabajando lo suficiente en las fuerzas básicas (Cuauhtémoc no estará en el próximo proceso mundialista)? ¿Sobrestimamos el fútbol mexicano, a tal grado de compararnos con potencias fútbolísticas que SÍ producen jugadores para todo el mundo? ¿Afecta la enorme cantidad de jugadores extranjeros y naturalizados el crecimiento del futbolista mexicano? ¿Los directivos realmente hacen su trabajo o sólo cobran el cheque de los patrocinadores? ¿Realmente existe amor de los jugadores por la camiseta de la selección mexicana? ¿Los medios, en vez de informar, sólo inflan las expectativas para conseguir puntos de raiting?
Del lado del aficionado sólo se pierde la ilusión de ver representado al país en el mundial de FIFA, pero en términos de negocios es un golpe duro para el entretenimiento más importante y pasional en México. El barco no va bien, será cuestión de tiempo para ver los resultados. La selección mexicana de fútbol se merece no ir al mundial. De suceder esto, creo que todas esas preguntas que planteé al final tendrán que ser resueltas de manera obligatoria.
lunes, 8 de junio de 2009
cri-cri....
viernes, 5 de junio de 2009
Andale Aguirre no te me rajes
martes, 2 de junio de 2009
No es por aguar la fiesta peeero...
lunes, 1 de junio de 2009
Felicidades Pumas!!! El trono de la quiniela: Vacío
Pumas: Un campeón digno de su entrenador
El equipo lo hizo todo en la cancha. Dominó un primer tiempo muy vistoso en la cancha de CU, haciendo correr a todo el equipo de Pachuca durante 45 minutos en los que no vio el balón. Sin grandes nombres en la media cancha, sin grandes delanteros, sin un portero que pase por sus mejores años, el planteamiento táctico de Pumas hizo las veces de los cracks y las figuras que sus filas no tienen. Dominio del medio campo, toque de primera intención, movimiento rápido al espacio. Jugando por nota.
A pesar de la tromba implacable, Pumas dominó los primeros 45 y pudo haberse ido al descanso con un 3-0 en la bolsa. Al regreso, Meza movió sus piezas e increpó a su equipo a retener más el balón. Con una cancha en mejores condiciones, Pachuca jugó a lo suyo, sin que eso le significara un gol que los hubiera dejado en las condiciones idóneas para recibir la final de vuelta.
Los principales medios periodísticos estuvieron de acuerdo: El 1-0 era una ventaja ínfima para llevar a Pachuca. Los tuzos pasarían por encima de Pumas, con toda seguridad, y el campeonato quedaría en manos del superlíder, como debía de ser. Sin embargo, los periodistas no contaron con el sabio planteamiento que -nuevamente- Ferreti hizo en cancha enemiga. Tal y como en ese primer tiempo, Pumas salió a tocar el balón rápidamente y a dominar lo más posible el medio campo. Al minuto 30 de la gran final, Pachuca se veía desesperado y sin juego. Hasta que el árbitro cobró un penal un tanto rigorista luego de que el delantero tuzo aflojó el cuerpo al sentir el contacto. Cobró Chaco Giménez espléndidamente para el 1-0. Para muchos era el comienzo del regreso tuzo.
Pumas aguantó el resto del primer tiempo y volvió a su vestidor. Las palabras de energúmeno del Tuca Ferreti siempre han tenido dos grandes resultados: O el desmoronamiento total de sus equipos (como en las finales que perdió entrenando a Chivas, Tigres y los propios Pumas) o -como en esta ocasión- una revitalización del espíritu guerrero que llevó a los Pumas de vuelta al marcador en los inicios del segundo tiempo, moméntum que llevaron durante largos minutos y que terminó solo con un muy desafortunado lance de Bernal, quien dejó escurrir el balón en un pique contra el pasto minutos después de haber salvado el segundo gol de Pachuca, a tiro de Damián Álvarez.
El resto es historia conocida. Mustafá fue expulsado de forma inexplicable cuando Pumas comenzaba a dominar, luego de la entrada de Martín Bravo. Esto acabó con las aspiraciones del Pachuca, quien se replegó en espera de poder ganar la final por la vía de los penales, con el beneficio claro que el local tiene en esos casos. Pumas, sin embargo, no cejó en el empeño, y tras un absurdo error de Dante López a 40 centímetros de la portería abierta, Pablo Barrera aprovechó la presión para lanzar un tiro-centro que Calero dejó escurrirse dentro de la portería, de forma casi ridícula. Gol que firmó la victoria apoteósica de los Pumas cuya principal virtud fue la de nunca escatimar en esfuerzo y desgaste ni tampoco dejar de ir hacia delante.
¿Qué hizo ganar a Pumas? Sin duda alguna el orden táctico, la disciplina y la visión de campo de Ferreti, ejecutada perfectamente por los jugadores titulares y de banca. Esto, y una excelente preparación físico, hicieron nuevamente campeón a un Pumas que nuevamente no desplegó un fútbol "vistoso", pero sí notable. Tal y como ocurrió en el bicampeonato de 2004. Sin embargo, el pundonor de sus elementos y el elemento místico de la "suerte del campeón" parecen acompañar a este equipo siempre que se enracha. Lo segundo, es discutible, lo primero -esa famosa "garra" de la que tanto hablan los periodistas- es lo que es verdaderamente loable del equipo universitario.
Es momento de felicitar a Pumas. Esto es: a la plantilla de jugadores, a su entrenador, a su preparador físico y a los elementos que conforman su administración. Hicieron un digno trabajo y son dignos campeones. Vencieron la adversidad del Estadio Hidalgo y callaron muchas bocas en con su despliegue táctico impecable e inteligente.
Y lo único que esperamos los aficionados de otros equipos, es que nuestras directivas sigan un poco el ejemplo universitario y le den continuidad a los entrenadores que se elijan. Es curioso: apenas en la fecha 6 del campeonato, muchas voces se levantaban solicitando la renuncia de Ferreti cuando perdió 3 partidos consecutivos. En las tribunas se escucharon mentadas de madre durante un par de meses, y las páginas deportivas estaban llenas de reclamaciones de esa "afición" puma que tiene muchas ambición de ganar, aunque muy poca idea de fútbol. Con esta victoria, el "ogro" Ferreti también le ha callado la boca a esos aficionados advenedizos que esperan que su directiva se comporte como la de América o la de Cruz Azul, echando técnicos exitosos a la primera de cambios.
Y ojalá que esa afición también aprenda de la victoria, tanto como se aprende de la derrota. Porque para ser un campeón digno, hay que reconocer dignamente a quienes te llevaron a la corona.
¡Felicidades, Ferreti!