Quiero aclarar que con este post no busco justificar al injustificable fútbol mexicano; tampoco compararlo con el fútbol norteamericano, ni demeritar el sistema de trabajo de una selección que hace 15 años no sabía nada de balompié y que a base de trabajo, continuidad y bastante esfuerzo ha logrado poco a poco escalar en las alturas del fútbol. Creo que eso es envidiable y Rulo en su post anterior nos muestra esas bases que han hecho de Estados Unidos el equipo con mayor crecimiento en el mundo. Yo agregaría continuidad. Bora, Sampson, Arena y Bradley han mantenido una línea de trabajo, algo raro en un deporte que es letal si no consigues el resultado.
Sin embargo, no por ardido, ni por envidia (que debería tenerla), ni por pensamientos izquierdistas (yo SÍ tomo aguas negras del capitalismo yanqui), mucho menos porque me caigan gordos (que me caen, pero eso es aparte). Simplemente no me gusta como juegan: encerrarse atrás, plantar a seis jugadores en el área chica, dominar el contragolpe, morder en cada esquina del campo para compensar falta de técnica individual, la incesante obsesión por el juego físico y mecánico. Un conjunto frío, que propone destruir en vez de construir.
Es cierto lo que muchos decían: el mundo experimentó lo que sufre México cada que viaja a los Estados Unidos. Nosotros sabemos cómo juegan, conocemos que sólo uno o dos tienen técnica individual y que te joderán los 90 minutos, esperando el error, deseando la desesperación y los desatinos contrarios (que en cada minuto aumentan) para matar. Odié que en la transmisión de la final, un comentarista de televisa llamado Paco Villa dijera que ese tipo de juego le parecía “espectacular” y que la actuación gringa impondría el “respeto de nuestra zona”. Quizá el respeto se lo haya ganado Estados Unidos y el reconocimiento del área será cuando más de dos equipos de CONCACAF pasen de la primera ronda de un mundial. Mientras tanto sólo la disciplina de Estados Unidos los salva a ellos mismos.
Efectivo lo es, hasta comprensible por las características de los jugadores pero… ¿De veras les gusta un fútbol así? ¿Qué el fútbol no es un juego donde el objetivo más grande es anotar en la portería contraria? ¿De veras puede disfrutar un aficionado americano que tu equipo no tenga el balón? ¿No les dará envidia lo que puede hacer Cristiano Ronaldo, Messi, Kaká, Ribery o Drogba con el esférico? Si el objetivo primordial es anotar para ganar, el juego de Estados Unidos es un catenaccio con esteroides, la negación misma del fútbol.
Italia, el equipo que inventó la estrategia “de candado”, podríamos colgarle medallas similares a los estadounidenses, pero con la azzurri hay una diferencia abismal. Tiene un gran número de jugadores con técnica individual, la llegada de sus laterales, pueden permitirse la finta, el encare, el toque fino más que el desempeño físico. Cualidades que sólo Landon Donovan tiene. Onyegu, Altidore (aún siendo delantero centro), Bradley y ocho más defienden, sólo Dempsey, Davies y el ex jugador del Galaxy arman un contragolpe. Lo siento, no le hallo gracia.
No sé ustedes, pero a mí me cagó durante diez años el juego de Manuel Lapuente/Raúl Arias en Necaxa, nombrado por televisa “el equipo de los noventa”. Cuchillo Herrera, Becerril, Vilches, Higareda y algunos otros que durante años se dedicaron a destruir para que “ratón” Zárate, Sergio Vázquez, Pedro Pineda, Ricardo Peláez, Luis Hernández y otros definieran después de ceder el control del juego al equipo contrario. Todavía recuerdo ese partido ante Atlético Celaya donde “los rayos” ganaron un campeonato sin meter un solo gol en el estadio azteca. O esa que todavía le duele a los de Chivas, donde en el mismísimo Jalisco, ante la mejor etapa de Ferretti, perdieran de último minuto.
Insisto, es efectivo, pero no es espectacular; meritorio, sin embargo frustrante. Si todos los equipos jugaran así, creo que no me gustaría el fútbol, no sólo a mí, también a muchos. No creo que los grandes jugadores cuesten tanto por su disposición al sacrificio táctico, sino al nivel técnico. El fútbol es espectáculo, está diseñado para que la gente lo vea, para que pasen cosas, para que la gente grite el gol que sucede en el campo de juego, para ver más que la demostración física (para eso hay otros deportes), para presenciar a gente fuera de lo común, haciendo cosas extraordinarias. El fútbol no es sólo defensa, no puede basarse sólo en eso, en la negación de las emociones esenciales del deporte más hermoso del mundo.
Fue lindo encontrar dos ideas futbolísticas tan contradictorias en la final de la Copa Confederaciones y medirlas. Estados Unidos, fiel al estilo que le conocemos (y que el mundo no conocía) ocupando todos los espacios y siendo letal en los dos latigazos que tuvo. Brasil, la magia hecha balompié, desesperada antes las dificultades para jugar, viéndose en algunos momentos sin opciones. Vimos cómo la determinación carioca pudo vencer a la gran defensiva gringa, no sólo bastaba el talento para superar la rigidez y la disciplina del contrario por incomodarte, hacía falta respeto por el rival y la voluntad inquebrantable para superar la adversidad.
Estados Unidos está cómodo, no dudo que, a pesar de la derrota haya satisfacción entre los dirigentes y en aquella afición que no sólo siga a las mujeres (ellas sí juegan bonito). Es una bocanada al ánimo y no dudo que en el Mundial mínimo lleguen a cuartos de final. Aún así, su juego no me gusta. Ser el mejor no sólo significa ganar el partido, sino superar en cada aspecto del cotejo al rival. Bajo esa premisa cada vez derrotan al mundo en Beisbol, Basquetbol y en disciplinas olímpicas, no hay nadie mejor en fuerza, resistencia, técnica y habilidades natas. Pero el fútbol (el verdadero semánticamente, que se juega con los pies y no con las manos) que mama de los resultados positivos, es un campo que todavía no logran dominar por completo. Quizá deban suavizar un poco lo mecánico y darse la oportunidad de disfrutar lo que todos amamos del juego.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Pero no podrían, así son los Americanos, en todo, sistemáticos, no se salen nunca de su regla. Ellos saben que no son habilidosos, que no tienen mil trucos ni mil maneras de pegarle al balón. Entonces, no podrían jugar de otra manera, juegan físicamente y siguiendo como maquinitas todas las reglas tácticas, y eso lo hacen bien, están teniendo resultados. Se analizan ellos y analizan a los demás.
ResponderEliminarTarde o temprano, ganarán algo importante, así son los gringos en todo.
Y nosotros nadamás mirando, mientras el desorden, la falta de competitividad, corrupción imperan en nuestro futbol